Trance
Pasó una semana, lo sé. Los recuerdos se funden en una sóla imagen de hojas secas y playas inútiles, y me cuesta discernir uno del otro. Si tan sólo un huracán, si tan sólo un viento helado, un viento final, purificador.
Esto ya no era Moscú, no. En Pinamar ya no podía acusar al idioma, ya no podía pretender distanciamiento. En Pinamar todo era familiar, todo ese invierno que se venía, toda esa soledad.
A la noche sólo un bar, y sólo tres puestos en una feria que esperaba el verano. Y todas las noches seguía la misma rutina, de cerveza y recorrida, uno a uno, por todos los caleidoscopios que hacía y vendía Juli. La psicodelia, con el simple agregado del método, se convierte en trance. Y el trance en ausencia. Y la ausencia en felicidad, momentánea pero intensa.
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