Tuesday, October 05, 2004

uno sabe que es todo mentira, pero lo hace igual...

Dame un mapa de tu amor, dame que quiero encontrar tu corazón.

El temita, entre otros tantos, es la impresión de los planes, el plano de la imprenta, la impronta del plan, el pan de la impaciencia. Eso me da miedo. Y yo, claro, sobre todo yo.
Mi típica y archiconocida indiferencia entre el adentro y el afuera, entre el verso y la prosa.

Esta vez tiene que ver con dos palabritas repetidas dos veces en dos días seguidos: “no me aclaro” dijo Juli, y de ahí, solo desde ahí, desde ese puerto construido con dos ramitas, la ramita del “no” y la ramita del “me aclaro”, yo navego, hago viajes astrales, me subo a naves que recorren tantas millas náuticas, tantos kilómetros y tantos años luz que me apabullan. Cuando de repente miro por descuido atrás, miro y veo las dos debilísimas ramitas que están sosteniendo tan ambiciosos rumbos y me digo que desconozco el piso, que necesito un ancla.

Luego, exactamente catorce segundos después, me pregunto sobre mí, sobre mi “no me aclaro”, me pregunto de si yo tengo dos palabras que sirvan de puerto, me pregunto si quiero puertos míos y ajenos, me pregunto si no es demasiado tormentoso el camino, me recuerdo que detesto las metáforas, me pido paz y, enseguida, vuelvo a estar justo en el cinturón de asteroides que está cerca de Marte, choco con un meteorito menor y todo vuelve a empezar.

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