Zen
“Siempre fui un infeliz en la medida de mis modestas posibilidades” dijo Roco sentado en un bar de Once. A veces canto sólo, agregó. Sus ojos estaban rojos y su páncreas dejaba mucho que desear. Yo le explicaba que el mundo es delicado y que cada persona es un puerto y Osho, el tercer ojo. Le di tantos motivos para vivir... sin embargo él parecía no escucharme, estaba ausente, me dijo algo sobre el nombre de Stalingrado, Petrogrado, san Petesburgo... algo así, no lo puedo recordar, pero era algo absurdo...
Le dije que se viniera al encuentro del fin de semana para meditar con nosotros, pero dijo que no podía, que tenía pensado irse a Moscú. “O a Pinamar” agregó y se fue. Salió del bar dando unos tumbos. Yo lo seguí con la mirada un rato hasta que de repente se esfumó en el aire. No sé a donde habrá ido a parar... Seguramente yo estaba borracho.
Stefan.
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