Feliz Chikinap
Se acercan las fiestas y tiemblo. Pronto se producirá el llamado inevitable. Peor aún: LOS llamados inevitables. Mi vieja, mi viejo, mi hermana. Larga planificación que siempre converge en el mismo punto: cena en lo de mi hermana y su indescifrable marido, mis viejos, sus suegros y el mismo menú que el año pasado. El mismo menú que en el 2000, y que en 1974.
"No me alcanza con que vengas a cenar, me gustaría que este año no tengas la cara de culo que tenías el año pasado.". Demasiado pedir. La fiesta está condenada por la tiranía de las 12. Imposible irse antes, hay que esperar, aguantar, mantener la compostura mientras el espíritu languidece.
Si no bebo mi mente sólo cuenta minutos. Si bebo obtengo el rechazo general de mis co-comensales.
Las opciones se angostan, el escape se torna difícil. Quizás otro viaje? Quizás el mar?
Si solamente pudiera pasar las fiestas como Humphrey...
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