Roco Mouras

Tuesday, January 04, 2005

Desbalances

Aunque les haya parecido que el 2004 fue una verdadera mierda, hoy sólo puedo sentir indiferencia cuando miro mi resúmen:

  • Amparo se fue al carajo, pero ya era hora.
  • Me fui a Moscú, bebí hasta el hartazgo y volví. Conocí Moscú.
  • Me fui a Pinamar, bebí hasta el hartazgo y volví. Conocí a Juli.
  • Juli me mandó a la mierda. No es que no me lo mereciera.
  • Me quedó, como siempre, Humphrey.
Pero este año ya lo decidí: voy a conseguir un laburo, voy a dejar el alcohol y me voy a mudar del maldito Once.

Y que tiemble Celine Dion.

Monday, December 27, 2004

El resurgir de Roco

Cuando Roco se despierte que tiemble Celine Dion!!!

Saturday, December 11, 2004

Feliz Chikinap

Se acercan las fiestas y tiemblo. Pronto se producirá el llamado inevitable. Peor aún: LOS llamados inevitables. Mi vieja, mi viejo, mi hermana. Larga planificación que siempre converge en el mismo punto: cena en lo de mi hermana y su indescifrable marido, mis viejos, sus suegros y el mismo menú que el año pasado. El mismo menú que en el 2000, y que en 1974.

"No me alcanza con que vengas a cenar, me gustaría que este año no tengas la cara de culo que tenías el año pasado.". Demasiado pedir. La fiesta está condenada por la tiranía de las 12. Imposible irse antes, hay que esperar, aguantar, mantener la compostura mientras el espíritu languidece.

Si no bebo mi mente sólo cuenta minutos. Si bebo obtengo el rechazo general de mis co-comensales.

Las opciones se angostan, el escape se torna difícil. Quizás otro viaje? Quizás el mar?

Si solamente pudiera pasar las fiestas como Humphrey...


Monday, November 22, 2004

Buda

El Mono vomitaba las mariposas amarillas de la noche anterior, las langostas huían del huracán y un contrabajista manco musicalizaba la espera en un semáforo de Pasteur. Más lejos, en Almagro quizás, siete princesas buscaban infructuosamente al enano panadero que se robó la sortija.

Todo esto vió Buda, desde su alfombra mágica, mientras sobrevolaba avenida Córdoba.

Recuerdos de Once II

Un mes de silencio terapéutico y un regreso a Buenos Aires. Esta vez no pudo fallar.

Cuando en pleno Once la temperatura supera los 35 grados, el aire acondicionado del bar es apenas una pequeña ficción que nos permite mantenernos vivos. O apenas vivos. O apenas cuerdos. El café de todos modos está demasiado liviano, está frío, y la leche venció hace al menos 72hs.

Las cosas parecen haber cambiado radicalmente este mes. Debería hablarles de Juli, pero sería trillado. Por otro lado, sólo serviría a vuestro propósito masturbatorio, sólo alimentaría vuestro morbo infértil, vuestro infame voyeurismo. La necesidad de vivir una vida que no tienen, y yo ahora sí. Juli tiene que venir en un rato. Quizás ella les cuente.

Pinamar fue un antes y un después. Todo el vodka inútil, todas esas tormentas, y la respuesta a tan sólo 400kms.

El mozo se acercó. "Vos sos Roco?". "Llamó Juli, dice que recibió tu mensaje pero que no va a venir.".

"Ah, también dijo que te vayas a la reputa madre que te parió."

La rebelión de los pájaros – (para Noe)

“Había” dijo un peludo con pantalón verde que pasaba por debajo del árbol donde el lorito estaba pertrechado. Acto seguido la pelambre infernal recibió una feroz cagada de loro perteño. “Peludo, peludo” cacareaba el lorito.

“Cuando el automóvil...” dijo un pelado de pantalón gris y silueta esbelta que pasaba por debajo del semáforo en donde la palomita de la paz descansaba. Pero no llegó a terminar la frase pues recibió en su lustrosa pelada celestial un sorongo de paloma. Los espectadores de tan dichoso espectáculo clavaban sus ojos en la ofendida pelada mientras oían un erudito discurso de todas las puteadas conocidas en el gran Buenos Aires.

“Pasame el siet...” decía el golfista de chaleco canchero y zapatos ridículos con Espanta Alimañas. Pero no logró terminar la palabra pues un tero patrio dejo caer un bolo fecal digno de un titán con habilidad suficiente como para dar en su ojo izquierdo. A lo lejos se oía un canto de victoria “Tero, Tero!”.

Un curita bueno intentaba explicar “...porque el Señor...” pero nadie escuchó su truncada disertación ya que de un balcón vecino cayó un palomón de un ñandú. Parece que un excéntrico tenía al animal en forma clandestina desde hacía algunos meses. De vez en cuando el bicho se escapaba, salía al balcón y hacía de las suyas. Cuando el curita miró al cielo en busca de una explicación del Señor de porqué su persona había sido la elegida como pista de aterrizaje de tan exótica mierda un segundo estruendo pintó su cara de blanco, mientras se escuchaba la típica risa del ñandú.

Los niños de la salita roja jugaban en el parque como cada día. Quizás la fatalidad, quizás el azar, quizás algún demonio de turno, no lo sabemos, pero podemos asegurar que cada uno de los niños volvió a su casa con un manchón blanco típico de cagada de pingüino en su ropa. Claro que ninguna maestra ni ninguna madre imaginó el origen intestinal de la aureola que ostentaban los niños.


[ Hola Noe! http://inconclusa.blogspot.com ]

Tuesday, October 26, 2004

Recuerdos de Once

“Vamos a buscar el sainete vegetal” exclamó la vicuña mientras se rascaba el ano. Toda su faz se estremeció de amargo dolor de barrio cuando recordó aquellas manos amigas tendidas en las noches de Once. El sainete feliz de las falsas damas chinas o peruanas era un valuarte de la composición del barrio tomado por los orientales. Todos juntos hincados frente a una catacumba de la que salían sonidos antiguos se horrorizaron con las previsibles consecuencias físicas –ineficaces esfínteres- que la escena ameritaba.

Realmente yo nunca me tragué esa historia, a pesar de haberla escuchado o vivido más de cien veces, alguna de las cuales no estaba en curda celeste.

Tuesday, October 19, 2004

Respuestas

Los hechos nunca me dan la razón, pero a veces igual están de mi lado. A veces. Y de ese "a veces" yo me agarraba con todas las fuerzas que me quedaban.

Juli era sólo la sospecha, era sólo esa pequeña luz que a veces es puerto pero casi siempre espejismo. Y el huracán que no venía se convertía en acumulación de hojas que oscurecían, ojos que ocultaban, miradas que no terminaban de decir.

Quizás en este puesto de feria invernal estaba la respuesta que busqué hasta en otros continentes. Respuesta, claro está, que sólo puede venir de lugares fríos, de noche, bajo el manto tranquilizador del alcohol.

Monday, October 18, 2004

Lecturas de los hechos

¿Cuáles son los hechos? Eso no tiene importancia alguna. “Realidad” es un concepto absurdo y banal. ¿Es que hay algo que no sea una interpretación?

Lectura 1
El sabor de la imbecilidad llena este cuarto. ¿Fui usado? El sabor de la falsa derrota llena otros cuartos. El suave perfume de la victoria se esconde pero avanza lenta e inexorablemente en una cabeza ¡Victoria!

Lectura 2
El sabor de la victoria en un obelisco usado hace tiempo y olvidado, una ciudad en ruinas donde reina el terror en cada noche de luna. La falacia de una lectura errónea de los hechos. La imbecilidad toda. La carga de un toro que no haz criado tu, pero un toro hermafrodita o andrógino con un lado oculto, un lado que no se ve desde acá, pero que en algún momento habrá que poner en una balanza y no tenemos la menor idea ni noción de la magnitud de su peso. Y eso sí es cosa nuestra, eso sí es carga nuestra.

Lectura 8
No tenés idea de lo que está pasando ni de las órbitas de los acontecimientos (interesantísimo el concepto de “órbitas” ya que implican una periodicidad, una repetición, pero también se asocian a hechos naturales inevitables; uno no puede manejar las órbitas. Su existencia es independiente de la nuestra) Sos un inconciente nato que te recontra cagás en casi todas las cosas que suceden a tu alrededor o, quizás, en casi todas las cosas que suceden en tu interior (Acá la palabra llamativa es “casi”, implica la existencia de cosas en las que no te cagás. De cosas que influyen en los acontecimientos de tu vida o de tus vidas. ¿Influyen en las órbitas?)

Lectura 2
La vanguardia en el neocriollismo asegura que hay una forma de ver las cosas en la que la ganancia es tan pero tan mezquina que me da vergüenza siquiera insinuarla. En el fondo se escuchan gritos.

Lectura 33
La edad del cristo psicodélico. La edad del huevo duro. Yo entiendo tus excusas, son lindas, están bien cuidadas, pero se ve que no trabajaste mucho en ellas, se nota una prisa, una urgencia en ellas. Como si estuvieran improvisadas ¿Entendés? Como si las hubieras tenido en un bolsillo para alguna otra cosa y, de repente, te hicieron falta y las sacaste, con apuro, sin fijarte demasiado en si venían al caso, o si estaban por demás extravagantes. Pero son lindas igual, una de ellas hasta tiene algo de estético. Claro que el problema un es su estética, no, el problema es que las acciones te delatan y ¡pobrecitas! Las excusas no pueden tapar los hechos, no... tratan, porque son buenas y voluntariosas, pero son ridículas al lado de la montaña.

Lectura Lecop: compré bonos. Hice un negoción bárbaro.